Querido hermano tertuliano, querido Olmo:
Nunca pensé que te escribiría esta carta que leerás desde el cielo; nunca tan pronto. Las ganas de vivir que has derrochado, tu fuerza para levantarte de todas las caídas de la vida, tu entereza sobrehumana para ser y estar firme en la fe, ejemplo de vida para quienes te teníamos cerca, nos hicieron pensar que aún nos quedaba mucho por compartir y, sin embargo, Dios te quería en el Paraíso. Debes de hacer falta en cielo, José, aunque los de aquí no lo entendemos y nos dejemos abrazar por la Amargura. El descanso del guerrero, la Tierra Prometida, la Vida Eterna, todo en lo que creemos y por lo que rezamos… pero claro, aquí se queda el vacío de tu ausencia y duele…
¡Cómo vamos a echar de menos tu “buenos días” diarios! Nuestro querido administrador perpetuo y ahora eterno, eres el motor de esta tertulia y yo sé que esta tertulia es tu debilidad. ¡Cuántos ratos buenos! ¡Cuántas risas compartidas!
Seguirás presente entre y con nosotros, ahora de otra manera, pero vas a estar, porque vives en cada uno de nuestros corazones y de nuestros recuerdos. De todos los que te queremos, que somos muchos, muchísimos cofrades y amigos de Úbeda que hoy ha amanecido conmocionada ante la noticia de tu partida al cielo, un cielo azul de mayo sobre el que extiende Su manto el Auxilio de los Cristianos para cubrirte con él por toda la eternidad.
Sé que gozas ya de la Gracia por la que has vivido una vida cristiana que es testimonio vivo de la Palabra de Dios.
Yo me quedo (y conmigo tu tertulia) con tu risa inolvidable, tu gusto por lo bien hecho, lo exquisito, tu rectitud. Me quedo con cuánto disfrutas con el vino si está acompañado de buenos amigos (no volveré a tomarme una copa de buen vino sin pensar en ti), tu sentido de la amistad, tus GANAS DE VIVIR, tu espíritu luchador. Me quedo con tus cofradías de Semana Santa que son todas y es una. Me quedo con tu manera de entender la Unión de Cofradías, has sido un maestro para mí. Me quedo con tu ejemplo de padre, hermano, buen hijo, mejor marido y otra vez... de amigo; con tu testimonio de fe, tus Bernardas y tus Clarisas… Me quedo con la alegría de haberte conocido y haber compartido tantos ratos contigo, vivencias inolvidables que te mantendrán siempre vivo.
Hoy más que nunca: FIRMES EN LA FE, que es como tú has vivido.
¡Gracias, amigo! Te queremos mucho.