10 de abril de 2017

MAGNÍFICO PREGÓN DE LAURA HERRERA

Cuando las palabras salen del corazón, cuando los sentimientos y la devoción se aúnan en nuestra Semana Santa, cuando la música y el amor por Úbeda tocan el alma y todo se abraza con una profunda fe dan como resultado un pregón de nuestra Semana Mayor que llega al corazón.


En la noche  del ocho de abril Laura Herrera García nos anunciaba, con un pregón profundo y bello la llegada de la Semana Santa, que daba comienzo con un guiño al “frailecillo”, a san Juan de la Cruz  “Entréme donde no supe: y quedéme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo. Yo no supe dónde estaba, pero, cuando allí me vi, sin saber dónde me estaba, grandes cosas entendí;  no diré lo que sentí, que me quedé no sabiendo, toda ciencia trascendiendo”
De manera dulce y pausada nos fue llevando de la mano por cada una de nuestras iglesias y rincones a recorrer junto a ella el camino de nuestras cofradías, camino que empezaba con una llamada de campana (gracias Laura, por esa llamada),   y que daba sentido cristiano a nuestras creencias, a nuestra tradición, a nuestros sentimientos y emociones.
Pero la Semana Santa es mucho más y Laura de manera magistral supo llevarnos desde el amor y la ternura de la Madre, que mece a su hijo en su pecho sintiéndolo cerca de su corazón hasta el más desgarrador de los dolores, el de la profecía de Simeón anunciando a María que una espada de dolor atravesaría su corazón. Supo llevarnos a través de nuestras cofradías desde ese dolor de la Madre al ver morir  a su Hijo, al amor que escribiera San Pablo en su carta a los corintios, ese amor…que no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…”  Laura nos llevó al claustro de Santa María y a su puerta, a la lonja de la Trinidad, al claro bajo de San Isidoro y a san Nicolás, vimos con ella a Jesús instituyendo la Eucaristía y orando en el huerto de los olivos, prendido y azotado, sentenciado y caído,  clavado en la cruz y en brazos de su madre para llevarlo al sepulcro.
Un pregón en el que la palabra se hizo Miserere, en el que se cantaba Hosanna al Hijo de Dios, pero también en ese mismo pregón, mientras el Hijo encomendaba al padre su espíritu antes de morir en la cruz, sonaban nuestros tradicionales lamentos del Viernes Santo envolviendo de manera estremecedora y emotiva sus palabras. Un pregón de una cofrade con una profunda fe, un pregón de una ubetense que ama a su ciudad, un pregón de una cofrade que reza al Cristo de la Columna prestándole sus hombros y sus pies en la tarde del Jueves Santo junto a los demás hermanos portadores.

Pero también un pregón que Laura terminaba con la alegría de la resurrección y con la invitación a que sálgannos a la calle a proclamar el triunfo de la vida. Ya las palabras terminan y ahora empieza todo lo anunciado. Gracias Laura por tu magnífico pregón.


Texto: Miguel Berlanga Soto
Fotografía pregonera: Alberto Román